Lee Konitz Quartet

LEE KONITZ, saxo alto. FLORIAN WEBER, piano. ROBERT LANDFERMANN, bajo. JOHN HOLLENBECK, batería.

 

11/7/2014 Bahía Jazz Festival, Bodegas de Mora de Osborne, El Puerto de Santa María

 

Konitz (Chicago, 1927) entró en escena cuando lo hizo el bebop, pero siempre mantuvo una voz propia y distintiva a través de cada una de las subsiguientes revoluciones estilísticas del jazz. Cuando trabajaba con Lennie Tristano, Stan Kenton o con Miles Davis en las sesiones que dieron lugar a la famosa grabación Birth of the Cool, los críticos categorizaron su estilo como “cool jazz”; tras una larguísima carrera en una enorme variedad de contextos, quizá sería más apropiado decir de él  que lo que toca es el resultado de una imaginación nada ortodoxa. Konitz, en definitiva, se cuenta entre los pocos que pueden reclamar la designación de leyenda del jazz.

Lee Konitz ha liderado y lidera sus propias bandas, pero además ha tocado junto a algunos músicos históricos y ha participado en la grabación de discos que han sido fundamentales en el devenir del jazz. Junto a Miles Davis grabó, además del Birth of the Cool ya mencionado, Miles Ahead (1957), con Bill Evans, Crosscurrents (1977), con Charles Mingus, Charles Mingus and Friends in Concert (1972), con Gerry Mulligan, Konitz Meets Mulligan (1953). Ha tocado también con Dave Brubeck, Ornette Coleman, Elvin Jones, Stan Kenton y Gil Evans, entre muchísimos más.

Con el paso de los años este gigante octogenario del jazz se ha rodeado de músicos jóvenes y ha explorado una vertiente más free y vanguardista grabando discos en sellos de free jazz e improvisación como hatART, Soul Note, Omnitone y ECM. Uno de sus últimos éxitos profesionales ha sido su participación en Enfants Terribles, el grupo formado junto a Bill Frisell, Gary Peacock y Joey Baron que hicieron una serie de conciertos en el Blue Note de Nueva York con todas las entradas agotadas en agosto de 2012. Entre sus discos más recientes, hay que destacar los que ha grabado con Brad Mehldau, Charlie Haden y Paul Motian y que han sido publicados por Blue Note y ECM.

 

Celebración del jazz cerebral  

Eduardo Hojman

Todos de pie. Llega Lee Konitz. Sí, ese señor octogenario, con aspecto de gestor de cuentas de sucursal bancaria de provincias, es uno de los grandes héroes del jazz. Ahí donde lo ven, participó en el disco que cambió la historia de esta música y representó como ningún otro el lado más cerebral del cool en su instrumento. Todos de pie y en silencio, que Konitz toca el 20 de este mes en Barcelona y al día siguiente en Madrid. Ningún aficionado al jazz que se precie puede perderse esta cita.

 

Hace pocos días, Konitz cumplió 86 años. Nació en Chicago, con ascendencia austriaca y ruso-judía, en uno de esos años que Scott Fitzgerald englobó como "la era del jazz". A los once, recibió su primer instrumento, un clarinete. Le gustaba el swing, le gustaba Benny Goodman. Pero más tarde se pasó al saxo tenor y, finalmente, al alto.

Cuando todos los intérpretes de saxo alto del jazz querían sonar como Charlie Parker y fracasaban con mayor o menor ignominia, Konitz, con su origen austriaco y sus gafas de Buddy Holly avant-la-lettre, logró mantener un sonido propio y se acercó al bebop a su manera, que es decir, a la manera de Lennie Tristano, el gran teórico del jazz, un pianista ciego que, en paralelo con las innovaciones más salvajes de los exponentes del bebop (Charlie Parker, por supuesto, pero también Dizzy Gillespie, Bud Powell, Thelonious Monk, etc.) amplió la paleta armónica de la música y demostró, contra lo que se creía entonces, que la improvisación podía enseñarse. Mientras tocaba en bandas bailables de la época y soportaba las burlas de los músicos negros, Konitz estudiaba teoría y armonía con Tristano, cuyas ideas lo ayudaron a desarrollar un sonido cerebral, alejado de las raíces blues, que más tarde, y después de muchas vueltas y malentendidos, se llamó cool.  En 1947, Konitz entró en la orquesta de Claude Thornhill, cuyos arreglos estaban a cargo de Gil Evans.

El loft que Evans tenía en la calle 55, de Nueva York, fue el escenario de la nueva música. Muchos músicos jóvenes iban a escuchar las ideas del arreglista sobre nuevas maneras de componer e interpretar, utilizando conceptos armónicos avanzados que provenían de la clásica contemporánea. De allí surgió un noneto y Miles Davis fue elegido como líder, ya que tocaba con Charlie Parker y tenía más facilidad para conseguir conciertos, según la versión del propio Konitz. En septiembre de 1948, el noneto grabó una serie de temas que más tarde se conocieron como “The Birth of the Cool” y, de hecho, ese nombre también se le dio a la agrupación. No estaban todos los que eran, pero eran todos los que estaban, o casi: Gerry Mulligan, Max Roach, Kenny Clarke, John Lewis y, claro Davis y Konitz. Temas cortos, improvisaciones acotadas y muy meditadas, arreglos llenos de texturas y sutilezas, todo eso en el marco rítmico del jazz.

Los temas que conforman “The Birth of the Cool” se grabaron, subsiste también una versión en directo en un restaurante de pollo frito llamado The Royal Roost, en el que puede oírse la indiferencia del público entre mordisco y mordisco, y luego cada uno siguió su camino. Mulligan, después de algunos problemillas con la ley, se piró a California donde, junto al joven Chet Baker, encabezó un cool más popular y soleado (que también se conocería como “West Coast Jazz”); John Lewis y su Modern Jazz Quartet adoptaron la música clásica europea como fuente armónica y como estética indumentaria; Miles Davis siguió “inventando” cosas, como el hard-bop y el jazz modal, y Lee Konitz profundizó su anclaje en el jazz cerebral junto a Tristano, aunque antes tocó un tiempo más con Davis, lo que provocó el rechazo de algunos músicos negros. Davis, con su contundencia habitual, respondió que si alguno de ellos pudiera tocar tan bien como Konitz, él los contrataría, y "me importaría un bledo si es verde con aliento rojo. Yo quiero a un tipo que toque como un hijo de puta, sea del color que sea”.

En 1949, Konitz, como miembro del quinteto de Tristano, participó de las sesiones que dieron como resultado “Intuition” y “Digression”, las primeras improvisaciones colectivas de forma libre grabadas de toda la historia del jazz. Lo único que había planeado de antemano era el orden en que los músicos tocarían. Todo lo demás se generó de manera espontánea en el momento. Estos dos temas, además de ser intrínsecamente maravillosos, sirven también para representar el gran papel de Konitz (y de Tristano, vía Konitz) en esta evolución: la improvisación libre no como el rapto visceral, cercano al grito y lindante con el caos puro característico del free jazz derivado del bebop y de la vanguardia posterior (pongamos, como caso, los discos más extremos de John Coltrane), sino como un discurso igualmente espontáneo pero intelectual, platónico.

Pero Konitz no es, per se, un improvisador libre. Después de grabar discos como líder, se sumó a la orquesta de Stan Kenton, una agrupación bastante rara, que lograba combinar un swing suave, reminiscente del sweet jazz bailable de épocas anteriores, con un concepto intelectual y avanzado de las texturas armónicas. Volvemos, aquí también, a ese género tan indefinible como el cool jazz: Anita O’Day, Chris Connor y June Christy,  las tres cantantes más grandes del cool jazz de todos los tiempos, salieron de la orquesta de Kenton. Mientras tanto, el señor Konitz continuó su singladura a través de las décadas, grabando discos que se cuentan por decenas y participando de todos los avances del jazz, incluyendo coqueteos con el jazz-rock, la improvisación de forma libre, la música brasileña y, de manera irónica y tangencial, la música clásica. Siempre con su peculiar sonido, ese fraseo meditado, duro, a veces violento pero no innecesariamente dramático ni complaciente, tan característico del cool que puede percibirse en los discos más interesantes del sello ECM y del neo-cool europeo, pero al mismo tiempo alejado de la amabilidad soleada del otro cool, el West Coast jazz de Mulligan, Baker y Stan Getz. “Varias veces me han tomado por un intérprete de West Coast jazz”, dijo una vez. “Pero no lo soy. De hecho, la mayoría de ellos no crearon nada nuevo”.

En los últimos años, Konitz ha mantenido el mismo nivel de creatividad y sorpresa que en sus comienzos, como demuestra, por ejemplo, el excelente “Live at Birdland”, grabado con Charlie Haden, Brad Mehldau y Paul Motian en 2011. Ahora llega a Barcelona y Madrid acompañado de Dan Tepfer, un pianista franco-americano conocido por su innovador cocktail de jazz y música clásica. Tal vez sea su acompañante perfecto. http://www.blisstopic.com/index.php/articulos/item/689-lee-konitz-articulo/689-lee-konitz-articulo